Cada día me reafirmo en que he perdido las ganas de leer libros de más de 250 páginas; pero no de los de ahora, con la letra enorme para llegar a las 375. No de esos, sino de los de antes, de los de letra pequeña y costosa de ver. Será la edad, será la extensa vida de lectora, será ...
Por eso me ha hecho feliz descubrir Lecturia, web en la que encuentro relatos de muchísimos autores de diferentes estilos.
Comencé con Patricia Highsmith y el relato titulado Lo que trajo el gato para comentarlo en el blog de mi gata Rassel (con acento en le é) y ahora sigo con los humanos que dejaré en este blog, salvo que aparezca un gato, claro está.
El segundo que leí, El hombre que escribía libros en su cabeza, fue durante la sobremesa, en ese momento de tiempo entre que termino de comer y limpio y recojo los platos. Te dejaré al final el enlace. Si tu trayecto al trabajo en transporte público es muy corto, te lo recomiendo ya que cuenta muchas cosas en muy poco espacio. Seguro que te hará pensar el resto del día. Si lo lees a la vuelta, te permitirá reflexionar antes de acostarte.
El título no deja lugar a la imaginación. Cheever escribía libros en su cabeza; después del fracaso de su primera novela en papel, ya no quiso publicar nada.
¿Se volvió loco a mitad de su vida o al final? O, tal vez no. Ni su esposa ni su hijo le hicieron ver que aquella no era forma de vivir; posiblemente para él fuese de lo más normal.
Yo también escribo en mi cabeza. Salvo lo que comparto en el blog cuando comento un libro que he leído (ni hago crítica literaria ni reseñas), básicamente para mí, para en un tiempo que cada vez es menos lejano, si pierdo la memoria, pedirle a una persona que me traiga aquí y me deje recordar lo que leí.
También comparto algunas palabras en lo que yo llamo "Mis silencios". No tengo aspiraciones de ser escritora. Ni yo me animo a relatar grandes historias ni nadie a mi alrededor confía en mis posibles talentos. En el caso de Cheever, su esposa -con altibajos- siempre le animó a crear, hasta el último de sus días. Vamos, que creía en él y como ambos tenían dinero para no necesitar trabajar, pues todo bien, supongo.
Nota.- No te centres en que Cheever escribía libros en su cabeza porque eso mismo lo puedes extrapolar a otras cosas como montar un negocio en tu cabeza, viajar por el mundo, vivir en una casa de ensueño y decorarla en tu cabeza. Ya ves por dónde voy, ¿verdad?
Foto: pixabay
No hay comentarios:
Publicar un comentario