Compartí hace unos días mi intención de leer todas las historias de ciencia ficción de los libros que compré hace ya demasiados años. Mi idea es ver si aquellos escritores del siglo pasado acertaron o no en su visión del futuro de la humanidad.
Comencé con Romance en el cementerio de coches usados del siglo veintiuno, precisamente porque su autor, Robert F. Young, imaginó ambientar una novela corta romántica en el momento actual en el que vivo.
En esta novela corta, los humanos no utilizan ropa, sino un traje-coche que los cubre y les sirve para desplazarse. No dice nada de qué tipo de prendas utilizan para estar en casa o en la oficina, aunque sí que se quitan el traje cuando llegan a casa, a la que llaman garaje.
Arabella es la protagonista, una mujer cerca de la treintena que se salta "levemente" la ley que obliga a tener dos trajes-coche o más (consumismo) y no leer (pensar por sí misma), además de no querer formar una familia para contribuir con la sociedad.
Cuando decide comprar un traje-coche nuevo sufre un percance gracias al cual conocerá a Howard, que también lee libros.
Entre ellos surge el amor. Pero... No te cuento lo que les sucede porque igual algún día encuentras este relato y te apetece descubrirlo por ti mismo.
Los humanos de pensamiento único viven a "gran velocidad", nunca mejor dicho. Hay clases sociales que se distinguen perfectamente en función de cuántos trajes-coche poseen y de las marcas, así como el tipo de garaje en los que habitan. No leen. Trabajan y se divierten. ¿Te suena?
Los humanos que no aceptan el estilo de vida superficial, viven apartados, aunque no tan mal como podríamos pensar pues tienen casas, escuelas, lugares de ocio, etc. También un ministro, porque da igual cómo se conforme una sociedad, siempre necesitará alguien que la dirija o controle.
Menos mal que Big Jim es, en cierto modo, "compasivo" y no los encierra en la cárcel o los mata o los envía a Marte.
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