Estoy leyendo El Café de los gatos mensajeros, de la autora japonesa Nagi Shimeno, una novela de fantasía y crecimiento personal en la que un gato es el narrador.
Trata un tema muy sensible: la conexión entre el mundo azul (en el que habitan los muertos, animales y humanos) y el mundo verde (el de los vivos) y en donde los gatos ejercen de mensajeros entre ambos encontrando personas a las que poner en contacto.
Busco una aclaración al respecto de cómo se interpreta la muerte en Japón y en Occidente: "En Japón, la muerte se percibe de manera más natural y como parte integral de la vida, a diferencia de Occidente donde puede ser temida y evitada. En Japón, la transitoriedad de la vida facilita una visión más práctica y relajada de la muerte, a menudo vinculada a la creencia budista de la reencarnación."
Quería dejar clara esta diferencia porque estoy segura de que algunos lectores occidentales no se sentirían cómodos leyendo El Café de los gatos mensajeros. Sin embargo, para quienes aceptamos la muerte como algo natural (no necesariamente tan espiritual como en Japón), podremos utilizar la novela como aprendizaje para poner en práctica ¡ya! que las cosas deben decirse ahora. Dejar para otro momento expresar que nos sentimos orgullosos de nuestros seres queridos, un "Te quiero", un "Lo siento", un "Perdón", puede suponer no decirlo nunca y, a los que quedan en el mundo verde, les podría frustrar esa duda no resuelta.
Como es lógico, comentaré esta novela en el blog de gata Rassel porque hay muchos gatos y uno de ellos es quien se encarga de contar la historia.
Mientras lo termino, dejo en este blog humano la sinopsis comercial:
Tras una larga vida (19 años) con una familia que lo ha llenado de amor, Fūta acaba de llegar al más allá. Pero entre el mundo de Michiru, su dueña humana, y el de este gato atigrado, existen puentes que conectan ambos sitios.
El Café Pont se encuentra en el limbo y es un lugar de lo más
especial: los clientes escriben en una tarjeta el nombre de la persona a
la que desean volver a ver y Nijiko, la propietaria humana, asigna un gato
mensajero a cada petición.
El trabajo de los mininos consiste en provocar el encuentro y transmitir las palabras que el solicitante y el destinatario jamás se dijeron. Es una tarea complicada y de gran responsabilidad, pero no hay nada que un ronroneo no pueda lograr.
Además,
si consigue completar cinco trabajos como gato mensajero, Fūta podrá
volver a ver a Michiru.
¿Conseguirá acurrucarse en su regazo de nuevo y agradecerle el tiempo que pasaron juntos?
Tengo una lista en este blog con novelas de autores japoneses que tienen un claro estilo literario de crecimiento personal. Toca las 4 palabras remarcadas y podrás descubrir nada más y nada menos que 10 obras que, pronto, serán 11 porque, hace un par de días, he comprado otra.
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