En este relato -algo más largo que el resto de los leídos en la web Lecturia org-, la autora trata un tema sobre el que leí hace tiempo un artículo, aunque no recuerdo en qué publicación.
Se hablaba del cierre de los manicomios o casas de salud en Estados Unidos en el siglo pasado. Y ella, aquí, fantasea con la situación, va más allá, e incluye también la salida de las cárceles de delincuentes, digamos, poco peligrosos. Crea personajes que se pueden acercar a la realidad y los sitúa en peculiares momentos del día a día, integrándolos en la sociedad.
Algunos tienen suerte y avanzan con sus vidas locas. Otros, se aferran a sus instintos y repiten los mismos hechos que los llevaron a la cárcel.
La sociedad se indigna por el gran número de personas locas y delincuentes que se pasean por sus calles, que les intimidan, y deciden poner en marcha una queja al mismísimo Presidente de Estados Unidos.
La merienda en el jardín se convierte en un mundo distópico del que no sabes si reírte, llorar o escapar.
¿Podría llegar a suceder?
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