En general, en su conjunto, con los ejemplos y las conclusiones que experimenta su autor, me atrevería a decir que está bien. Sin embargo, si profundizo en los casos que comparte y en sus propias percepciones, no cuadra con mis vivencias, con las personas mayores de mi familia ni con lo que observo ni, tampoco, conmigo que ya estoy metida ineludiblemente en el grupo de mayores, camino de ser anciana, aunque nadie que me mire se crea la edad que tengo.
En la
vida real cercana, no veo que los mayores tengan intención de
hacer ninguna proeza en ningún campo cultural, laboral o de servicios a
la comunidad.
Entiendo que mi espacio de "investigación" es pequeño: la ciudad es pequeña, no salgo mucho de mi
barrio, pero sí podría ser un ejemplo. O tal vez no, ya que, como en toda
ciudad, las personas se van agrupando por poder adquisitivo y tal vez
en el centro, en los barrios de lujo, los mayores tengan otras
actividades además de las típicas de caminar, hacer la compra y, por las
tardes, tomar un café con las amigas o ir a clase de algo: pintura,
ganchillo, baile, juegos de mesa o bingo...
En mi
familia, los mayores son personas corrientes que no se salen de la
norma.
En estos momentos, justo cuando termino de leer Elogio de la
experiencia, mi tía I. solo piensa en morirse si su hijo con cáncer
terminal se muere. No hay forma de que entienda que ella tiene que vivir
su propia vida, que claro que es horrible que un hijo se vaya antes,
pero que no podemos elegir. ¿Cómo hacerla ver que todavía puede aportar
algo a la sociedad, que sea valiente por sus nietos, que ella sea
ejemplo de entereza porque ellos van a perder a su padre y la necesitan?
O
mi tía C., que niega una y otra vez su edad y vive en un constante 65 cuando ya ronda los 80, sin aceptar cataratas, sin evitar comer y beber
empeorando la diabetes II.
Y podría seguir, pero
esto no es un libro sobre la gente mayor, sino una reflexión sobre mi
realidad y la del libro que, insisto, me parece estupendo que se luche
contra el edadismo, y que mayores de todo el mundo se muestren activos y
pierdan el miedo al ridículo a hacer cosas que se supone son
exclusivas de jóvenes.
Es importante tener en
cuenta que Elogio de la experiencia se publicó en 2018, antes de la
pandemia de la Covid-19. En 2020 se generalizó la idea de que había
superpoblación en el mundo y que eran los abuelos los que sobraban y
había que reducir su número porque los gobiernos no pueden pagar tantas
pensiones ni soportar tantos gastos médicos para atender las
enfermedades que van unidas al envejecimiento. Con esto, la moraleja
del libro pierde veracidad.
Edadismo: se refiere a la forma
de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación)
con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad
Título: Elogio de la experiencia
Autor: Carl Honoré
2018
Editorial RBA Libros
2019
Páginas: 304
Estoy pensando en donarlo a una biblioteca municipal ya que he visto que no hay en ninguna de Asturias. La fecha de publicación permite que lo acepten.
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