Esta novela se podría incluir en las temáticas de ciencia ficción, filosofía, ecología y crecimiento personal. Conocer al autor ya nos da una pista.
En mi opinión, comenzó bien, mostrando las inseguridades de Verne quien, al igual que la mayoría de nosotros, no ve cumplidas sus expectativas de futuro ni en el trabajo ni en el amor. Es algo habitual soñar con una actividad y tener que desempeñar otra si queremos pagar las facturas. Y lo es también, sentirnos frustrados por ello, viéndonos envueltos en una rutina que nos impide aceptar que, en realidad, lo estamos haciendo bien en muchas ocasiones.
Verne soñaba con un trabajo diferente, pero no hacía nada por buscarlo. Sí hizo lo posible por volver a encontrarse con Moira, la chica a la que amaba y que trabaja en Exovillage, la primera ciudad vacacional en la Luna solo para ricos, por supuesto. Consiguió llegar pero, de nuevo, la decepción se apoderó de él.
Vivimos en un continuo inconformismo, culpándonos de todo lo que nos sale mal cuando la realidad es que hay muchos factores externos que condicionan nuestro día a día.
Allí, en la Luna, Verne descubrió los libros en papel (prohibidos en la Tierra) escritos por los filósofos más famosos de siglos anteriores y leyó su percepción de la existencia.
Decía que comenzó bien; aunque, pasada la mitad de la historia, llegó un momento en el que me desvinculé de los acontecimientos, que sentí como un vacío y que lo que sucedía era un poco como forzado, como "material de relleno" para llegar a un final que ya estaba decidido.
De todas formas, merece la pena leerlo para conocer cómo podría ser esa vida en la Luna, especialmente de las personan que trabajarían allí, un lugar que muchos humanos sueñan con pisar y otros ven como una forma de preservarnos si la Tierra se hiciera inhabitable. ¿Sería posible? Algunos no lo sabremos nunca.
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