Lo he dicho en varias ocasiones que no soy lectora habitual de novela romántica, pero, de vez en cuando, cae alguna en mis manos y me adentro en la historia. Suele ser cuando un gato convive con uno de los protagonistas; en ese caso, comento en el blog de mi gata Rassel lo referente al compañero peludo.
Un momento perfecto llegó en un momento personal (valga la redundancia) un tanto tristón y sirvió para distraerme y hacerme sonreír en varias ocasiones, consiguiendo que olvidara, por unas horas, los problemas que me rondaban.
La parejita formada por Julieta y Carlos Romero -que no Romeo-, garantizan un final tipo: Y vivieron y fueron felices para siempre.
Ligera, entretenida, Julieta hace las gracias a costa de Romero y él se desespera porque no quiere caer en los brazos de la chica extravagante y alocada; él, que lo tiene todo controlado en la vida y en el trabajo, no puede permitir que ella le haga salir de su entorno aparentemente "perfecto".
Hay otros personajes que adornan la historia. Con su intervención consiguen entretener y alargar lectura, aportando también sus enseñanzas de la vida y en el amor.
Como siempre, la chica es guapísima y Carlos Romero, un bombón. No podía ser de otro modo ya que "lo normal" lo tenemos en casa y lo vemos por la calle. En esta ocasión, también tienen dinero, aunque ella es rica de siempre y él gracias a su esfuerzo.
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