Hoy es domingo. Haz algo que te guste o no hagas nada.
Hoy hace 3 meses que se rompió la rutina del domingo. Fueron algo más de 24 años, domingo tras domingo (excepto los pocos que estábamos fuera, de vacaciones) yendo al mismo lugar, a su casa, a comer y charlar, casi siempre sobre cosas corrientes que les pasan a gente corriente.
Hoy hace 3 meses que esa casa está vacía. No sé quién la volverá a habitar, quién la llenará de nuevas voces y nuevos olores. De muebles y música. Colores y cuadros en las paredes. Cortinas que protejan de la luz del sol que entra por la mañana en los dormitorios, por la tarde en la cocina y el pequeño cuarto que tan relajante me ha parecido siempre. Ese pequeño espacio en el que él se tumbaba en el sofá por la tarde y pasaba las horas viendo la tele, donde dormía una pequeña siesta y merendaba. Le gustaba el cine, las películas y el lugar. Luego, cuando ya no tenía ánimos para ir a ese gran escenario, se conformó con la pequeña caja, con las películas y las novelas que no podía elegir. Se adaptó. Se conformó.
Cuando él se fue, se terminaron. A ella nunca le gustó ni el cine ni las películas.
Cuando él se fue, solo se escuchaba la radio con música y gente hablando de esto y de lo otro.
Ahora solo hay silencio.
Cuando voy, no activo ningún aparato. Escucho a las gaviotas que sobrevuelan los edificios; dependiendo de la hora, hay una o muchas.
Cuando voy, me envuelvo en silencio porque apenas circulan coches por esa pequeña calle. Me gusta. Me siento bien rodeada de silencio.
Esta semana se me ocurrió ordenar algunas carpetas en las que guardo fotos. Fotos que hice para recordar un momento o que hice por hacer. En una de ellas, encontré la que comparto en esta entrada del blog y que fue el detonante para escribir esta reflexión. La hice un domingo, era el 3 de febrero de 2019, en su casa, en la cocina. Él hacía tiempo que ya no estaba.
A veces me pasa eso, que estoy días sin saber de qué escribir y, de repente, veo algo, recuerdo algo, y las palabras me salen solas, flotando en la cabeza, creando frases sin conexión unas con otras hasta que las escribo y van cobrando sentido.
Y, además, hoy es domingo. Hace 3 meses que se rompió la rutina del domingo y no he sido capaz de crear otra. Cada domingo está siendo igual al anterior, y al anterior al anterior. Ya no necesito ropa de domingo. Toda esa ropa y esos zapatos y esos bolsos que tengo para los domingos no me sirve para nada. Estos últimos domingos ni siquiera salgo de casa. Un par de ellos, a comer fuera. Otro par, a tomar un café cuando ya era de noche. Es invierno. Ya no hay un motivo por el que comprar una ropa especial para el domingo, ni de invierno ni de verano. Los días son casi todos iguales desde hace 3 meses. A veces me encuentro pensando si es sábado o domingo, o si es un martes cualquiera.
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