¿Por qué he leído Polaris. Relatos oníricos I, de H. P. Lovecraft si no es un escritor especialmente apreciado por mí debido a que le relaciono con relatos de terror llenos de monstruos? Pues sencillamente porque una de las historias incluidas aquí se titula Los gatos de Ulthar y lo voy a comentar en el blog literario de gata Rassel.
Ahora me alegro de haberlo descubierto y leído entero, pues estos relatos oníricos son de fantasía, de la búsqueda de uno mismo a través de los sueños, de lugares inventados en los que las cosas pueden ir mejor que en la vida real, o no. De todas formas, hay que intentarlo. Necesitamos soñar con diferentes espacios en los que poder ser otra persona para escapar de la perezosa rutina del día a día.
Los relatos:
Polaris
La nave blanca
La maldición que cayó sobre Sarnath
El árbol
Los gatos de Ulthar
Celephäis
La búsqueda de Iranon
Los otros dioses
La música de E
Hypnos
No todas las historias son maravillosas. Algunas son tristes, otras sórdidas. Parece que soñar, poder crear otros mundos dentro del nuestro no es sinónimo de que puedan ser perfectos. Nuestros miedos, complejos y obsesiones nos acompañan, incluso cuando inventamos. Son parte de nosotros y afectan a la realidad y a la ficción.
Estos relatos fueron escritos entre 1918 y 1922. Si no lo supiera, me parecerían actuales, nacidos de la pluma de una mente inquieta, inconformista, para nada suenan como si hubieran sido publicados hace un siglo.
Esta etapa creativa nació de su admiración por Edgar Allan Poe y Lord Dunsany. Habrá que buscar alguna obra de este último. Curiosamente, tanto Poe en El gato negro (también comentado en el blog de gata Rassel) como Lovecraft, han escrito sobre gatos. ¿Casualidad?
Lo anecdótico de este libro es que solo hay una copia en una Biblioteca Municipal de Asturias, pero, algo sucedió cuando lo pedí que no aparecía en el almacén. Así que este ejemplar de Polaris. Relatos oníricos I ha llegado a mis manos desde la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en Toledo. A pesar de que sé a ciencia cierta que no leerán nunca estas palabras, quiero agradecer la existencia del préstamo interbibliotecario que ha permitido que la Biblioteca Pública Jovellanos de Gijón lo trajera, permitiéndome leerlo y apreciar una cara desconocida de H. P. Lovecraft.
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