De repente, un día cualquiera, sin hacer o pensar en nada en especial, me di cuenta de que todo había dejado de doler.
La familia bien, pues cada uno por su lado.
Los amigos, desaparecidos.
Los recuerdos malos, espantados; los buenos, guardados.
"Para siempre" no existe en la amistad.
"Hasta que la muerte nos separe" no existe en el amor.
Nunca y siempre no deberían existir en el diccionario pues son palabras mentirosas, asfixiantes, peligrosas.
Cuando lo acepté, cuando perdoné y me perdoné, todo dejó de doler en el alma y en el corazón y seguí adelante, con paso tranquilo.
Texto: Etel García
Foto: Pixabay

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