Este libro de crecimiento personal nos propone volver a amar la vida de una forma original: haciendo el Camino de Santiago hablando y escuchando a las personas con las que nos encontremos para comprobar que todos tenemos problemas más o menos importantes.
El precisamente este formato el que lo diferencia de otros libros del mismo género lo que le hace ameno, interesante y anima a la lectura.
Marcos no quiere seguir viviendo. Lo ha perdido todo por su mala cabeza. En lugar de luchar por recuperarlo o buscar nuevos objetivos, decide terminar con su vida.
En ese preciso instante en el que comienza la cuenta atrás, aparece Samin, un desconocido que bien podría ser su conciencia, ese resto de cordura que nos queda tras una crisis existencial junto con un mínimo de esperanza de volver a luchar.
Samin habla con Marcos y le pide que espere una semana. Durante ese tiempo, podrá recapacitar y decidir qué hacer, si vivir o morir.
La idea es reprogramarse para empezar de cero, modificar la manera de pensar y entender la vida. Es difícil, muy difícil, intentarlo solo. ¿Cómo lo conseguirá Marcos? Pues haciendo el Camino de Santiago.
¿Realmente nos vamos a creer que un libro en el que se narra el encuentro con otras personas, conocer sus problemas y cómo los superaron nos puede ayudar también a nosotros? Tengo mis dudas. Cada humano es un mundo y, por esa misma razón, las soluciones serán diferentes para cada uno. A veces agrandamos nuestras penas o fracasos; otras son realmente insalvables; algunas son producto de nuestra inseguridad. Y podría seguir.
Leer El hombre que tenía miedo a vivir puede darnos la pista de que algo va mal en nosotros; pero la solución no pasa por lanzarnos a meditar, hacer yoga o viajar a la India. Algo más cercano, como hablar con una persona de confianza o un psicólogo que nos oriente como Samin a Marcos, podría ser la solución para que cada uno encuentre su propio Camino de Santiago.
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