Europa se forma con una escritura sencilla, pero llena de matices.
Heda no está entre los que se adaptan, sino entre los que se resignan, aunque sin disimular su odio tanto en sus ojos como en sus palabras.
Algunos quieren un mundo sin fronteras, sin banderas. Otros aclamamos el lugar en el que nacemos, del que procedemos. No queremos irnos. Nos creamos una identidad y si por cualquier motivo (político, laboral, etc.) nos vemos obligados a marchar, no renegamos de nuestros orígenes, sino todo lo contrario: Cada noche soñamos con volver porque somos parte de esa tierra.
La forma narrativa de Cristina Cerrada me ha parecido excepcional. Frases cortas pero intensas que te permiten imaginar el escenario sin apenas adjetivos, que te hacen sentir en ti misma la angustia de Heda, la aceptación de los hechos de su padre, la resignación de la madre y la altanería de su hermano, el malestar de los hombres, las diferentes personalidades de cada personaje, los paisajes, el pueblo, la ciudad, la universidad, la fábrica, los trayectos en tren, las casas en las que ha vivido, sentimientos, emociones...
Europa trata un tema de actualidad que, por desgracia, lo seguirá siendo siempre.
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2017
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